Un sistema instalado en Arizona logra una nitidez de imagen mucho mejor que la del famoso telescopio espacial Hubble.
Una novedosa tecnología permite a los telescopios terrestres realizar observaciones tan buenas e incluso mejores que las de los ingenios espaciales. Esta nueva generación de óptica adaptativa, desarrollada por el Observatorio de Arcetri (Italia) y el Observatorio Steward de la Universidad de Arizona (EE.UU.), ha sido instalada recientemente en el Gran Telescopio Binocular (LBT, siglas en inglés) de Arizona, que cuenta con dos espejos gemelos con un diámetro de 8,4 metros. Los astrónomos que han probado el sistema han obtenido unas imágenes tres veces más nítidas que las del Hubble, utilizando únicamente uno de los espejos primarios de este gigante. Además, calculan que, cuando se instalen los dos espejos del LBT para combinar sus observaciones, lograrán una calidad diez veces mayor que las del popular telescopio espacial. La clave: el espejo secundario, el que `recoge´ la luz de su hermano mayor, que se deforma constantemente en función de las condiciones atmosféricas para compensar la distorsión que causan en las observaciones. Algo así como ponerle unas lentillas inteligentes al aparato, porque esta pequeña joya se mueve gracias a una extensa malla de actuadores –672 imanes controlados por ordenador– que regulan 1.000 veces por segundo un conjunto de dispositivos electromecánicos que marcan el compás de esta particular danza especular.
Una novedosa tecnología permite a los telescopios terrestres realizar observaciones tan buenas e incluso mejores que las de los ingenios espaciales. Esta nueva generación de óptica adaptativa, desarrollada por el Observatorio de Arcetri (Italia) y el Observatorio Steward de la Universidad de Arizona (EE.UU.), ha sido instalada recientemente en el Gran Telescopio Binocular (LBT, siglas en inglés) de Arizona, que cuenta con dos espejos gemelos con un diámetro de 8,4 metros. Los astrónomos que han probado el sistema han obtenido unas imágenes tres veces más nítidas que las del Hubble, utilizando únicamente uno de los espejos primarios de este gigante. Además, calculan que, cuando se instalen los dos espejos del LBT para combinar sus observaciones, lograrán una calidad diez veces mayor que las del popular telescopio espacial. La clave: el espejo secundario, el que `recoge´ la luz de su hermano mayor, que se deforma constantemente en función de las condiciones atmosféricas para compensar la distorsión que causan en las observaciones. Algo así como ponerle unas lentillas inteligentes al aparato, porque esta pequeña joya se mueve gracias a una extensa malla de actuadores –672 imanes controlados por ordenador– que regulan 1.000 veces por segundo un conjunto de dispositivos electromecánicos que marcan el compás de esta particular danza especular.