sábado, 19 de mayo de 2012

Basura orbital



Las fases desechadas de los cohetes, fragmentos de satélites destrozados y objetos aleatorios, como herramientas que se desprenden durante los paseos espaciales de la Estación Espacial Internacional. La cuestión es que orbitando a la Tierra hay todo un vertedero.


La Nasa estima que hay unos 18.000 objetos en órbita de mayor tamaño que una pelota de béisbol.300.000 más grandes que una moneda. Y millones de tamaño incluso menor (entre ellos, los 150.000 trozos del tamaño de un terrón de azúcar producidos cuando los chinos derribaron uno de sus difuntos satélites en 2007.


Los científicos estiman que su volumen de basura mantendrá una evolución, más o menos, uniforme hasta el año 2055. Se calcula que su ritmo de crecimiento será de un 5% cada año.


Pero a partir de ese año el número de objetos peligrosos flotando se disparará de forma exponencial. Con un mayor peligro de colisión entre ellos y el consiguiente desprendimiento de nuevos fragmentos alrededor del planeta, que incrementarían el riesgo de colisión con la consiguiente.


La probabilidad de que alguno de estos objetos nos golpee es remota, una entre un billón, según Bill Ailor, director del Centro de Estudios sobre Escombros Orbitales.


De hecho, solo existe un caso en que alguien haya sido alcanzado por residuos de este tipo. En 1997, Lottie Williams estaba en un parque de Tulsa, Oklahoma, cuando una pieza metálica del tamaño de un DVD procedente de un cohete Delta II la golpeó en el hombro. Afortunadamente salió indemne porque se precipitaba a una velocidad muy baja.


Si estamos en el espacio, sin embargo, la cosa se complica: los restos orbitan a una velocidad de 28.900 km/h. Lo suficiente como para que una mancha de pintura de 0,18 mm abriera una brecha en una ventana de la lanzadera en 1983.

domingo, 6 de mayo de 2012

¿Por qué el zumo de naranja sabe tan mal después de cepillarse los dientes?


Si aún no lo habéis probado, tenéis suerte. Pero si os cepilláis los dientes nada más levantaros y, a continuación, os servís un zumo de naranja, comprobaréis que sabe a rayos, a metal, y no a zumo de naranja. Una sensación que no se percibe con otra clase de alimentos. Así pues, ¿qué tiene de especial el zumo de naranja y la pasta dentífrica?


El culpable es el laurilsulfato sódico, un detergente espumoso presente en la mayoría de los dentífricos. Esta sustancia colapsa temporalmente las membranas externas de las células gustativas, y también altera algunos de los receptores.


Dos de los mayores expertos en la interacción zumo de naranja-pasta dentífrica son Linda Bartoshuk, profesora de odontología de la Universidad de Florida, y John DeSimone, fisiólogo de la Virginia Commonwealth University. Ambos realizaron una serie de estudios en los que constataron que el zumo de naranja tiene elementos fácilmemente detectables en el sabor: la acidez, el dulzor y un toque amargo. El laurisulfato parece especialmente proclive a embotar los receptores del dulzor y bloquear así el sabor de la fructosa, el azúcar en un zumo de naranja.


La pasta de dientes, sin embargo, no interfiere con las papilas gustativas que detectan sabores ácidos y amargos. Generalmente, el ácido cítrico segrega un cierto sabor ácido, pero sin la fructosa, ese sabor queda realzado, y el intenso amargor del ácido predomina sobre el resto.