Nada más ser elegido presidente en 1983, Reagan declaró públicamente que la Unión Soviética era «el centro del Mal en el mundo moderno». Unos días después, anunció un sistema defensivo destinado a interceptar y destruir armas nucleares, la llamada Guerra de las Galaxias. Reagan tenía una visión del mundo en blanco y negro y fue un político `paradójico´: por un lado era inflexible partidario de la guerra fría y, por otro, aspiraba a ser un cruzado de la paz. Según Kenneth Adelman (su negociador para el control de armas), era «un hombre dotado de una habilidad especial para sostener ideas contradictorias sin incomodarse».
Mijaíl Gorbachov, por su parte, era extraordinariamente joven para ser un dirigente soviétivo y creía que el sistema de su país necesitaba un cambio radical, lo que significaba, por encima de todo, reducir el gasto armamentístico. Eso requería una relación más pacifíca con Occidente.
Los norteamericanos fueron muy meticulosos en la preparación de la cumbre. Sin embargo, una broma del presidente, mientras probaba los micrófonos de una radio a la que había sido invitado, despertó las dudas en Rusia y el resto del mundo sobre sus verdaderas intenciones. Pensando que no estaba en el aire, Reagan dijo: «Estadounidenses, tengo el placer de comunicarles que he firmado una ley que declara a Rusia ilegal para siempre. Empezaremos el bombardeo en cinco minutos».
A punto estuvo de cancelarse el encuentro. Finalmente, el Air Force One despegó el sábado 16 de noviembre. Al parecer, la hora exacta en la que despegó el avión presidencial, las 8.35, fue elegida por razones esotéricas por Nancy Reagan, gran aficionada a la astrología. Tres días después comenzaba la cumbre. En apariencia, fue distante y nada productiva. En Moscú, Gorbachov se enfrentó a duras críticas, y en Washington tuvo que dimitir el asesor de Seguridad Nacional, MacFarlane. Pero cuando los dos líderes se despidieron, el biógrafo de Reagan cuenta que «se miraron con verdadero afecto». Gorbachov, por su parte, recuerda «una chispa de mutua confianza entre los dos, como un arco voltaico entre polos opuestos». Así debió ser, porque en los siguientes cuatro años `cortocircuitaron´ todo un sistema.
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