
El 96 por ciento del agua dulce es subterránea y, además de un valor en alza, un recurso estratégico. ¿Habrá guerras por ella?
La desertización llama a las puertas de muchos países y la contaminación global no se detiene. En el futuro, la prosperidad de un territorio se medirá en metros cúbicos de agua dulce, cuyas reservas son ya un recurso estratégico para cualquier nación. Y eso que sólo el cuatro por ciento del agua dulce del planeta está en la superficie; el resto, en inmensos acuíferos subterráneos: 273, según la Unesco, que acaba de publicar un mapa del tesoro, un auténtico plano de las reservas planetarias del `oro azul´ y que forma parte del programa Isarm, un estudio sobre la gestión futura de los depósitos de agua subterránea, a menudo compartidos por varios países y, así, potenciales fuentes de conflicto internacional: cualquier actuación de una nación afectaría a las reservas de las demás. El desierto del Sáhara se extiende sobre un mar de agua dulce, el Nubian Sandstone, compartido con Sudán, el Chad, Libia y Egipto, y el gigante Acuífero Guaraní, en Suramérica, ocupa una superficie mayor que la de España, Portugal y Francia. Resulta vital por ello explotar de manera racional esas reservas y evitar así futuras «guerras del agua» a escala global.
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