martes, 9 de septiembre de 2008


Por cada ser humano hay doscientos millones de insectos. Así dicho, suena alarmante; sin embargo, apenas los vemos. La razón es que en su lucha por la supervivencia, se han convertido en maestros del disfraz. Un nuevo libro de fotografía los rescata del `anonimato´ mostrando una belleza que tendemos a pisotear.



Fernando González se concentraba para servir. Estaba en juego la medalla olímpica de oro, aquella que daría el nombre del mejor tenista en las olimpiadas de Pekín, y el partido no se presentaba fácil. Delante tenía al número uno del mundo, Rafa Nadal. González no se demoraba en su saque. Tres botes al suelo eran suficientes. Pero al segundo bote algo se cruzó con su pelota. Desconcertado levantó la vista siguiendo la estela blanca del objeto y con él millones de espectadores en todo el mundo se preguntaron qué era aquello. Para los presentes, sin embargo, no era ninguna novedad. Una polilla había parado el juego. Era uno de los miles de insectos que durante los Juegos Olímpicos han rondado a los atletas; unos pequeños seres que pasan generalmente inadvertidos y que, sin embargo, superan en número a todo el resto de los grupos animales juntos.


Los insectos llevan en la Tierra más de 300 millones de años. Su diversidad, su esqueleto externo, su capacidad de adaptación y su insólita resistencia les han permitido alcanzar un éxito evolutivo sin precedentes; hoy son el grupo animal que domina la vida en la Tierra.


En la actualidad, los científicos tienen catalogadas más de 950.000 especies. Y es sólo el principio. Para muchos especialistas el número podría ascender hasta los 30 millones si contáramos con todas las que presumiblemente quedan por descubrir. Un número pequeño si entramos a hablar de individuos de cada especie. Sólo el grupo de las hormigas da unas cifras escalofriantes. En el mundo hay unos 10.000 billones de hormigas cuyo peso conjunto –calculando una media de 5 mg por hormiga y de 55 kg por persona– equivale al peso conjunto de los 6.000 millones de seres humanos que poblamos actualmente nuestro planeta. ¿Cómo es posible, entonces, que diariamente no nos veamos rodeados por ellos? Los insectos son un grupo de supervivientes. Son capaces de colonizar la tierra, el aire, el agua, los desiertos e incluso las zonas polares. Se han descubierto insectos bajo las piedras de la Antártida, en las abrasadoras arenas del Sahara, en las grietas de las más altas montañas… Son maestros del disfraz, camuflándose hasta hacerse invisibles. Muchos se organizan socialmente distribuyéndose los trabajos de forma especializada; otros son capaces de asimilar los productos tóxicos con los que les atacamos, los almacenan y utilizan después contra sus enemigos. Son, en definitiva, pequeñas maravillas zoológicas que pasan inadvertidas.


Pero que no los veamos no significa que no estén. Diariamente, millones de cucarachas se esconden en las cañerías, alcantarillas, subsuelo y todo tipo de resquicios de nuestras grandes ciudades. Un ejército de comedores de detritus, como las hormigas o los llamados pececillos de plata, pasea por nuestras casas cuando nos vamos a dormir. Cientos de moscas, mosquitos y otros pequeños insectos voladores se cruzan con nosotros a todas horas. Están en todas partes; sólo tenemos que fijarnos e intentar vencer nuestros prejuicios.


Lo poco que sabemos de los insectos es su capacidad para ser molestos, peligrosos, dañinos o `asquerosos´. Y cometemos una gran injusticia. Bien es verdad que algunos causan destrozos a las cosechas, pero en un grupo tan numeroso los beneficios son mayores que los daños. Les debemos la mayor parte de la polinización y, por tanto, de todas nuestras cosechas. Les debemos, también, la salud de los bosques, la limpieza de nuestros suelos, la alimentación de la mayoría de los otros grupos animales...


Sí, puede que no sean los seres más agradables de la Creación, pero tenemos la idea equivocada de que son nuestros enemigos y que habría que acabar con ellos. Si lo consiguiéramos, estaríamos firmando nuestra propia sentencia de muerte como especie.

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