jueves, 17 de julio de 2008

¡Qué bello es morir!


La muerte de una estrella de tamaño intermedio (entre una y ocho veces el peso del Sol) viene acompañada de una pérdida de masa en forma de viento estelar que genera una mezcla de gas y polvo alrededor del núcleo central, conocida como `nebulosa planetaria´. Se trata de un proceso bastante frecuente que ofrece, en el espacio profundo, un espectáculo multicolor que ahora, y por primera vez, ha sido fotografiado por el telescopio espacial Hubble en su etapa previa: la proto nebulosa, una etapa que dura la friolera de mil años. El trabajo, en el que además ha participado la investigadora del Instituto de Estructura de la Materia del CSIC, Carmen Sánchez Contreras, arroja luz sobre estos cuerpos e identifica nuevas nebulosidades cuya morfología se desconocía hasta hoy. Las imágenes clasifican de forma detallada más de 50 cuerpos en cuatro categorías según la forma de sus lóbulos –la ‘cintura’ o región ecuatorial– y el halo de nebulosa. Pero más allá del atractivo visual que supone la formación de estos cuerpos fascinantes, los investigadores quieren profundizar en su estudio porque, gracias al viento, las partículas estelares se diluyen y se reprocesan en forma de nuevas estrellas y planetas. Muchas de éstas, como la Nebulosa del Anillo –situada en la constelación de Lira– o la Nebulosa Esquimal –en la constelación de Gémini–, pueden observarse con un telescopio de tamaño medio en una noche despejada; un espectáculo como el que nos ofrecerá el Sol dentro de 5.000 millones de años.

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