lunes, 27 de octubre de 2008
LOS COCODRILOS SAGRADOS
En una remota aldea de Burkina Fasso, peligrosísimos cocodrilos del Nilo conviven con la población. Incluso juegan con los niños en la orilla. Pero, ¿por qué no atacan al hombre? Para descubrirlo hay que remontarse cientos de años atrás...
Ibrahim Gowon volvía borracho en su destartalada motocicleta. Los efectos del burdo alcohol de destilación casera le hacían difícil concentrarse. Bueno, tampoco era para preocuparse en exceso. Al caer el Sol nadie paseaba por los alrededores de Bazoule, una pequeña aldea a 30 kilómetros de Ouagadougou, capital de Burkina Fasso, en la que el tránsito de algún vehículo no pasaba de ser una anécdota diaria. Y, además, él era una autoridad en el pueblo; un hombre respetado –si no temido– del que nadie se atrevería a hablar mal.
Así que podía conducir en el estado que quisiera sin que… Sus pensamientos se cortaron en seco mientras salía despedido de la moto. El golpe con la tierra le aclaró la mente. Había chocado con algo; algo grande y contundente. Se levantó lentamentey se encontró cara a cara con un cocodrilo de cinco metros que se movía incómodo por el golpe. Con un gesto de fastidio, Ibrahim se levantó sin alterarse y pasó por encima del cocodrilo mientras le recriminaba un «¿qué estás haciendo tú aquí a estas horas?». Luego cogió su moto, recompuso el gesto y siguió camino hacia su casa con la cabeza mucho más despejada.
Para la gente de Bazoule, los cocodrilos son parte de sus vidas desde hace cientos de años. Cuentan los ancianos que los habitantes de la región son los descendientes de Naba Kouda, que reinó en este territorio desde 1358 hasta el año 1400. Fue entonces cuando aparecieron los cocodrilos «llegados del cielo después de unas lluvias». Desde entonces, los cocodrilos de Bazoule se convirtieron en animales sagrados para sus habitantes que empezaron a ofrecerles sacrificios para pedirles favores y darles las gracias. Y hoy se han convertido en una de las atracciones turísticas de un país asolado por una pobreza endémica. Los cocodrilos están tan acostumbrados a las personas que incluso se puede ver a niños pequeños jugando cerca de la orilla mientras los animales entran y salen de la pequeña charca que los acoge. ¿De dónde llegaron realmente estos cocodrilos? ¿Por qué no atacan aquí a la gente?
La región de Bazoule es semidesértica. Las charcas son estacionales y el agua es el bien más escaso en esta tierra de extrema pobreza. Cuando la región comenzó a secarse cientos de años atrás, algunos cocodrilos quedaron atrapados en balsas de agua. El movimiento de los saurios en sus idas y venidas por la charcas y los agujeros que realizan al excavar sus nidos incrementaron la profundidad de las mismas y ayudaron a embalsar más agua durante la estación de las lluvias de forma que, con el paso del tiempo, probablemente las únicas charcas que aguantaron con agua todo el año fueron las que tenían cocodrilos. Y para una gente tan necesitada del agua los cocodrilos se convirtieron en sagrados.
Aun así, incluso siendo sagrados, los de Bazoule son cocodrilos del Nilo, los mayores de África y la segunda especie más peligrosa del mundo después de los cocodrilos marinos de Oceanía. ¿Por qué entonces no atacan a nadie si en el resto del continente matan a decenas de personas todos los años? Probablemente, la explicación tenga su origen en el mismo momento en que los locales decidieron darles la categoría de animales sagrados. Desde entonces, el jefe y el marabou –algo así como el médico brujo– les ofrecen sacrificios: cabras, burros, perros y, sobre todo, gallinas les son arrojados con creciente frecuencia. En un principio, los sacrificios se restringían a la Kôo m Lakre, la llamada `fiesta de los cocodrilos´ que se celebra una vez al año. Pero cuando la fama de estos animales sagrados se extendió por la región empezó a llegar gente de todos los poblados para ofrecer sacrificios a los grandes saurios para pedirles salud, fertilidad, éxito o riquezas. Y cada uno de ellos iba acompañado de un pollo o una cabra.
Siglos alimentándolos han hecho que temibles comedores de hombres acepten y respeten a los humanos a orillas del lago. Hoy, cuando su fama ha trascendido más allá de las fronteras del país, miles de visitantes pasan a lo largo del año para ofrecerles pollos. La mayoría no busca salud, fama o riqueza, sino alguna foto espectacular posando junto a un gran cocodrilo. Incluso hay quienes posan sentados en la espalda de los más grandes. A los más de cien que viven en la charca, el aumento de comida les va haciendo cada vez más pacíficos y tolerantes con los hombres. Algo que puede llevar a más de un turista a cometer un error. Porque, sagrados o no, acostumbrados a las personas o cebados hasta el pacifismo, la gente no debería olvidar que son uno de los predadores más peligrosos de África.
Los cocodrilos del Nilo pueden sobrepasar los cinco metros de longitud y tienen merecida fama de peligrosos. Los egipcios los adoraron como dioses; los nubios los reverenciaron como demonios; los zulúes, masái y dinkas alabaron su poder en sus respectivas mitologías. Nadie debería creer que este superpredador capaz de sobrevivir en la Tierra más de 200 millones de años, estos reptiles que ya cazaban dinosaurios en la Prehistoria, pueden domesticarse simplemente ofreciéndoles de tanto en tanto unos cuantos pollos.
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