Una extraña molécula gaseosa ha sido descubierta merodeando en las atmósferas de Marte y Venus, según anunciaron hoy los científicos, añadiendo que podría afectar al efecto invernadero hiperactivo de Venus.
La firma de la molécula se observó por primera vez en la atmósfera de Venus en abril de 2006, cuando la Venus Express de la Agencia Espacial Europea llegó al planeta y comenzó a medir la composición de la atmósfera.
El instrumento Espectrómetro Atmosférico Infrarrojo a bordo de la nave observó la puesta de Sol tras el planeta y midió las longitudes de onda de la luz absorbida por la atmósfera del planeta. Debido a que los distintos gases se absorben en distintas longitudes de onda, los científicos pueden inferir la composición de la atmósfera a partir de las longitudes de onda que son mayoritariamente absorbidas.
Mientras observaban Venus, los científicos notaron una firma inusual en la región del infrarrojo medio del espectro que no pudieron identificar.
“Era evidente y sistemática, incrementándose con la profundidad de la atmósfera durante la ocultación, por lo que sabíamos que era real”, dijo el director del estudio Jean-Loup Bertaux del Service d’aeronomie of France’s National Center for Scientific Research (CNRS).
A final de ese año, los científicos de la NASA que observaron Marte usando telescopios en Hawai notificaron al equipo de Bertaux había encontrado la misma señal inusual.
Dado que las atmósferas de Marte y Venus están compuestas en un 95 por ciento de dióxido de carbono (comparado con la atmósfera de la Tierra que tiene sólo un 0,04 por ciento y está compuesta principalmente de nitrógeno), los investigadores piensan que la extraña molécula podría ser un isótopo de dióxido de carbono. (Los isótopos tienen el mismo número de protones, pero un distinto número de neutrones que la forma principal del elemento).
Esta exótica forma de dióxido de carbono tiene un oxígeno “normal” asociado a su átomo de carbono, mientras que el otro átomo de oxígeno tiene 10 protones, en lugar de los ocho habituales.
Los átomos de oxígeno con distinto peso permiten que el isótopo absorba más energía que las moléculas de dióxido de carbono normales, lo cual podría contribuir a incrementar el efecto invernadero del agobiantemente cálido Venus, dicen los investigadores. (Dado que este isótopo sólo forma en 1 por ciento de las moléculas de dióxido de carbono de la Tierra, su contribución a nuestro efecto invernadero es muy pequeño).
Ciencia Kanija
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