La inteligencia que puede llegar a tener una única neurona ha estado infravalorada hasta ahora, cuando tres estudios coinciden en que una única célula cerebral es capaz de reconocer el sentido del tacto sin ayuda alguna o de activar la función de toma de decisiones o de aprendizaje.
Según publica hoy la revista científica británica "Nature", una a una, las neuronas contribuyen mucho más a nuestro comportamiento, capacidad de decisión y cálculo de lo imaginado nunca.
Uno de los principales problemas que afronta el cerebro de los mamíferos es de abastecimiento: no contamos con suficientes células nerviosas como para contar con una responsable para cada percepción, comportamiento o memoria.
Para incrementar su potencial de almacenamiento, el cerebro actúa de manera semejante a una orquesta sinfónica interactuando varias áreas entre sí, al tiempo que se sirve de las sinapsis -transmisión de señales entre neuronas- para formar una red de circuitos neuronales.
Los tres informes publicados ahora, sin embargo, reclaman el papel que cada neurona es capaz de jugar de forma individual.
Dirigido por la estadounidense Karel Svodoba, del Instituto Médico Howard Hughes de Virginia, el primero de los estudios se elaboró a partir de un nuevo método para estimular con luz las neuronas situadas en la zona del cerebro del ratón encargada de controlar el tacto de los bigotes.
El equipo de científicos demostró que una breve ráfaga de actividad en menos de un centenar de neuronas es todo lo que el cerebro necesita para activar la función de toma de decisiones o de aprendizaje.
El segundo estudio se propuso determinar la influencia de una única célula en la capacidad de las ratas de procesar el sentido del tacto.
Liderados por Michael Brent y Arthur R. Houweling, de la Universidad Humboldt, en Berlín, los investigadores recurrieron a la estimulación eléctrica de una neurona de la corteza cerebral para descubrir que un ligero aumento de su actividad ya incide directamente en el desarrollo de la sensibilidad al tacto del animal.
De nuevo Svodoba y esta vez junto al también norteamericano Christopher D. Harvey, abordaron en un tercer estudio la función de las conexiones individuales, o sinapsis, entre neuronas, que permiten a las células nerviosas comunicarse con otras a través de los axones y dendritas.
A medida que crecemos y el cerebro se desarrolla, el número de sinapsis se incrementa o reduce en función de la actividad o ejercicio mental que se realice.
Experimentos anteriores revelaron que la estimulación de una única sinapsis era capaz de modificar su solidez y fuerza, pero los modelos realizados con ordenador observaron que, en estos casos, se producen interferencias entre una sinapsis y sus vecinas.
Los científicos confirman en este tercer estudio que las sinapsis cercanas a las conexiones que han sido reforzadas también terminan siendo más fáciles de potenciar.
De este forma, sus descubrimientos aluden a la existencia de un tipo de sistema de clasificación neuronal donde las interacciones locales entre sinapsis vecinas pueden llegar a permitir la agrupación de modelos de almacenamiento de memoria.
EFE
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