lunes, 7 de abril de 2008
ELEFANTES ¿Vuelve la pesadilla?
Los titanes de la sabana están de nuevo contra las cuerdas. Aunque la venta de marfil está prohibida, este mercado ilegal mueve 1.200 millones de euros al año. La autorización a tres países africanos para vender sus stocks ha alarmado a los ecologistas: puede aumentar el furtivismo.
¿Cuál es la situación actual?
Este paquidermo ha fascinado siempre al hombre. Pero también éste se ha prendado de su marfil hasta tal punto que, entre 1979 y 1989, la fiebre por el ‘oro blanco’ redujo su población de 1,2 millones a 600.000. Hoy sólo quedan 400.000, distribuidos en 37 países africanos y 13 asiáticos. Y aunque su número ha crecido desde que, en 1989, la Cites (Convención de Naciones Unidas sobre el Comercio Internacional de Especies en Peligro de Extinción) prohibiera la venta internacional de marfil, las alarmas volvieron a saltar en su última convención, celebrada en noviembre. En ella se autorizó a Botsuana, Namibia, Suráfrica, Zambia y Zimbabue vender 60 toneladas ya almacenadas, unos 1.200 colmillos. Para lograr este permiso, los países adujeron que las medidas de protección han elevado el número de elefantes a 242.000 ejemplares, cantidad que está por encima de la capacidad de sus parques naturales. Y mientras, Willem Wijnstekers, secretario de la Cites, cree que la medida es «una solución africana para un problema africano», organizaciones como WWF opinan que ésta abre una brecha legal para abastecer el mercado furtivo.
¿Por qué es tan difícil detener este negocio?
El número de elefantes cazados por furtivos oscila según las fuentes. El periódico Daily News afirma que 92 fueron abatidos entre 2000 y 2002. Pero según la organización ecologista Born Free fueron más de 500 los que se cazaron, sólo en Zimbabue, en los siete primeros meses de 2002. Con una cifra u otra, lo que es seguro es que, a este ritmo, el elefante no podrá verse en libertad más allá de 2010. La desaparición de este animal también está abonada por las guerras centroafricanas. Éstas son un acicate para la caza ilegal y para los propios soldados que, en algunos casos, matan elefantes para comerciar con el marfil y vender su carne en los mercados locales o alimentar a las tropas. Con este exterminio se producirá también una modificación drástica del paisaje, pues estos animales son fundamentales en la conservación del ecosistema donde viven, ya que dispersan semillas, podan los árboles y transforman el terreno.
¿Cuánto dinero mueve y quién está implicado?
Turistas, hombres de negocios, millonarios excéntricos y diplomáticos de todo el mundo, pero sobre todo de países asiáticos, encuentran este material irresistible. Según datos de Adena/WWF, el comercio ilegal de marfil puede llegar a mover más de 800 millones de euros, aunque de ese dinero sólo se queda en África el uno por ciento. Por ejemplo, en 1999, cuando la Cites también permitió a Botsuana, Namibia y Zimbabue vender a Japón 50 toneladas de marfil que tenían acumulado, la venta apenas les deparó cinco millones de dólares. Organizaciones como Traffic o Save The Elephants sostienen que algunos diplomáticos y personal militar internacional utilizan su inmunidad para favorecer el comercio ilegal de marfil, así como comerciantes y artesanos de África oriental y central, que especulan con el precio del ‘oro blanco’.
Según un estudio realizado por la organización conservacionista Traffic, los Gobiernos de Nigeria, Senegal y Costa de Marfil incumplen sistemáticamente las normativas internacionales sobre el tráfico de marfil e impiden una y otra vez el acceso a los puertos de entrada y salida de la mercancía a las autoridades responsables de aplicar el Convenio Cites. Tras visitar nueve ciudades de estos tres países, los investigadores de Traffic descubrieron más de 4.000 kilos de marfil expuesto abiertamente al público, un peso que equivale en colmillos a unos 769 elefantes, cuando en estos países viven hoy alrededor de 543. Para Tom Miliken, portavoz de Traffic, «las conclusiones del estudio revelan que este mercado sin control constituye el motor principal del furtivismo».
¿Qué futuro les espera?
Según Miguel Ángel Valladares, portavoz de Adena/WWF, «la única esperanza para los elefantes sería que la prohibición internacional del comercio de marfil se mantuviera. Y que, en todo caso, sólo se permitiesen excepciones con un control estricto, algo que, por ahora, no parece posible». De la misma opinión es Tariq Aziz, de la oficina india del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), para quien el problema de la última venta autorizada por la Cites «es que los sistemas de vigilancia de la caza ilegal son defectuosos y propensos a la manipulación». Por otra parte, estudios de la Cites afirman que el tráfico ilegal crece de forma incesante desde 1998, por lo que cabe esperar que la medida no haga sino aumentar el mercado negro. Sobre todo porque un kilo de marfil bruto cuesta 500 euros, una fortuna para las precarias economías de la gran mayoría de los países centroafricanos.
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1 comentario:
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